Formación

Formarse es respirar

No os vamos a engañar: con el ritmo que llevamos en las escuelas, encontrar tiempo y ganas para hacer formación a menudo parece ciencia ficción. Cuando terminamos una jornada con treinta niños, reuniones, documentos y WhatsApps pendientes, ¿quién tiene fuerzas para apuntarse a un curso o leer ese libro que tenemos sobre la mesita desde hace dos meses? 

Y aun así, sabemos que formarse no es un capricho ni una obligación moral. Es una necesidad vital. Porque el mundo cambia, las criaturas cambian y nosotros, si queremos seguir haciendo bien nuestro trabajo, no podemos quedarnos quietos. Ya nos lo decía Freire hace casi un siglo: la escuela vive si el maestro aprende.

Ahora bien, no se trata de llenar la mochila de culpabilidad. No queremos añadir más presión. No hace falta que todos hagan un máster o descubran la pedagogía definitiva. De hecho, quizá la mejor formación comienza cuando nos detenemos un momento y nos preguntamos: ¿cómo podría hacerlo diferente? ¿Cómo vive esto este niño? ¿Qué puedo hacer para llegar mejor a él? 

Formarse también es compartir puntos de vista con otros profesionales, sean o no del mundo educativo. Conversar con amigos, una artista, una jardinera, una cocinerapuede abrirnos nuevas ventanas. Aprender también es alimentarnos de lo que nos interesa, de aquello que nos mueve, que nos despierta la curiosidad. Y si nos gusta, mejor todavía: porque cuando lo hacemos desde el disfrute, el resto viene solo. Porque sí, después todo conecta. 

A veces, formarse es escuchar a una compañera, probar una actividad nueva, releer un texto que nos removió hace años. A veces es salir a pasear. A veces es aceptar que no lo sabemos todo y que está bien no saberlo. 

Pero, sobre todo, formarse es mantener vivo el deseo de enseñar. De preguntarnos, de sorprendernos, de no dar nada por hecho. Y eso, sí, se contagia. Cuando un maestro aprende, el aula se llena de una energía nueva. Cuando una maestra se ilusiona, los ojos de los niños se encienden. 

Decidnos idealistas, pero ojalá volvamos a creer que aprender no es un añadido, sino una manera de ser. Y que, cuando un maestro se forma, la escuela respira.

Diario de campo es un espacio de reflexión a partir de las vivencias, situaciones, entornos y relaciones del trabajo del día a día en Tantàgora con escuelas e institutos. Iremos compartiendo las páginas periódicamente!