Mar Benegas

Roser Ros

El primer libro de Mar que me salió al paso fue 44 poemas para leer con niños, una recopilación poética tan interesante como el título que la encabezada y que era (y es) toda una declaración de principios (¡para leer con niños!) publicado por Litera en 2013. Me gustó la selección, me agradó el formato (¡un verdadero libro objeto!). Después ha sido un no parar de obras de Mar editadas por A buen paso, Combel, Savanna Books, Milenio, Pagès, Libre Albedrío, Nandibú y un largo etcétera. Y ahora, el Premio Cervantes Chico de Literatura Infantil y Juvenil 2022, edición XXVI, organizado por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares por el que el jurado valora su destacada trayectoria en el mundo de la literatura infantil y juvenil, en especial, el género de la poesía.

Después de pedir su contacto a una de las editoras de Mar, Arianna de A buen Paso, me dirijo a ella por escrito para que me hable de su faceta como autora de poesía infantil, a sabiendas de que Benegas ha cultivado también la poesía para adultos.

¿Cómo empezó todo?

Hay cosas que no tienen un principio, que suceden como suceden los días a las noches, o las filas de las hormigas, como suceden las mareas o caen las hojas de los árboles en otoño.

No hay un inicio concreto, al menos en torno a la escritura: escribo desde que tengo memoria. 

Sí hubo, en un momento dado, un deseo, una intención, de dejar el resto de cosas y apostar. La infancia, mi hijo pequeño, un trabajo que no me gustaba y poco miedo a lanzarme al vacío.

Y tomar la decisión de apostar por ese deseo y dejar todo lo demás. Creo que fue la mejor decisión de mi vida. Hace 14 años ya.

¿Quién se esconde tras Mar Benegas?

Una persona. Mujer. Madre. Feminista. Que adora pensar, leer y reflexionar. Amiga de la infancia. Y que escribe por necesidad, como respira. A la que le encanta compartir con la infancia vivencias y buscar modos de comunicarse con ella y de que la infancia se exprese creativamente. Que cree que la poesía no salvará el mundo, pero sí puede salvarnos de muchos abismos.

Como escritora parece que sientes especial predilección por públicos de edades muy tempranas. Es la época que desde Tantàgora calificamos DESDE EL NIDO, aquella en la que los pequeños aprenden a reconocer oliendo, escuchando, mirando, tocando, gateando; aprenden a expresarse, a emitir sonidos, a andar; se hacen entender, llorando, hablando, riendo, sonriendo, enfadándose; se maravillan ante el mundo que les rodea; imitan, inventan, experimentan; ¡quieren crecer! Y el adulto ocupa un lugar privilegiado en esta carrera de obstáculos que se produce durante los primeros años. Pensando en ellos, les ofreces poesía para que la escuchen, para que la descubran junto con sus adultos, cobijados en el calor del nido, como un regazo. ¿Es así?

Sí, así es.

¿A qué se debe esta predilección?

Creo que en la formulación de un subjetivo abstracto y afectivo que sucede en los primeros años: un lugar en el mundo y ese mundo que se construye con el lenguaje. Le doy muchísima importancia al lenguaje simbólico y la construcción del símbolo lúdico, del mundo afectivo y del fortalecimiento de la psique a partir de la palabra poética compartida. 

¿Cuál dirías que es el denominador común de tu obra para público infantil?

He investigado mucho y estado con miles y miles y miles de niños y niñas de todas las edades. Intento, además de tener algo que decir, pensar muy bien cómo se lo digo, qué franja etaria, qué tipo de texto estoy construyendo…

Controlar y trabajar mucho la técnica, revisar y corregir mil veces. No menospreciar a los lectores. Cuando me enfrento a la escritura siempre es porque tengo algo que decir al respecto, pero la ocurrencia o la creatividad son solamente una parte pequeña, el resto es trabajo, mucho trabajo.

Me interesa el fondo y la estética del lenguaje. Lo formal y la técnica.  Y creo que ese es el denominador común en todos mis libros.

¿Podrías explicar los orígenes de tres libros tuyos?

Claro.

«A LO BESTIA»  fue el primero, se lo escribí a mi hijo que tenía 7 años. Él me decía: “¿Mamá, qué escribes?, ¿me lo lees?” y yo le leía un poema de “mayores”: “No lo entiendo”. Y decidí escribir un libro sobre su día a día, está escrito en primera persona, en su voz. Y está basado en “hechos reales”. El primer poema, “La madre cotorra”, fue algo que me dijo cuando nos encontramos con mi amiga y tras 40 minutos de espera: “Mamá, eres una cotorra”, me dijo, y ese fue el hilo conductor de todo el poemario. Resulta que llevamos 7 ediciones (mañana sale de imprenta la octava) y que todos los niños y niñas tienen una madre (padre, abuela…) cotorra.

“BLANCO COMO NIEVE” surge de un libro de tela que yo contaba/cantaba a los bebés. Una canciocilla que se repetía en cada página y un personaje, ese ratón blanco, que un día se perdía. El personaje comenzó a tener vida propia y a exigir su espacio real, su historia. Y así nació el cuento de ese ratoncito especial, relamido y aventurero a la fuerza.

La colección “LA CEREZA”, que también la pensé mucho, junto a las editoras.  Y ya llevamos 12 libros que no paran de imprimirse. Es una colección para compartir, que tiene el juego, la identidad y la tradición oral tras ella. Pero también aprovecha las nuevas tecnologías y la canción para ser descargada. Es una colección que no para de reimprimirse y que encanta a los bebés pero también a los más mayores, yo los canto/cuento hasta los 7 años.

¿Tus textos siempre van acompañados de ilustraciones?

Cuando los escribo no, claro, pero las editoriales suelen apostar por el libro ilustrado y siempre quedan preciosos.

¿Qué sientes cuando ves tus palabras acompañadas de dibujos que dan cuerpo y color a personajes y paisajes?

Me encantan los libros ilustrados, me encanta que mis libros sean ilustrados, claro. Esa comunión entre imagen y palabra y con el propio formato del libro. Tengo suerte con las editoriales con las que trabajo y suelen quedar libros preciosos, con ilustradoras e ilustradores bien elegidos. Libros hermosos como “Abecedario del cuerpo imaginado”, “Una pequeña semilla” o “Corazón de pájaro”, o con mecanismos preciosos, como “Nicolasa, ¿y tu casa?”, “Mordiscos y bocados”, “Tengo un hambre de dragón”, hacen que la lectura crezca.
Son libros para disfrutar mirando y leyendo, en algunos casos, o para hacer crecer la experiencia lectora y el juego con solapas, pop-ups…

Una maravilla.

Tus libros se caracterizan por un cierto halo poético. ¿Cómo lo consigues?

Bueno, espero que no solamente sea un cierto halo jaja Me considero, ante todo, poeta. Y deudora con la poesía y con la infancia, por eso intento cuidar muy bien esa parte de mí. Crear, para mí, siempre está en contacto con la poesía.

(NOTA BENE: Después de esta respuesta, debo admitir que tengo que cambiar la palabra “cierto” por “mucho.)

¿Recuerdas alguna reacción a partir de tus libros que te haya impactado o te haya abierto nuevos horizontes?

Muchísimas. Tengo la suerte de hacer cientos de encuentros cada curso, de estar con miles de niños y niñas cada curso. Atesoro conversaciones, reacciones, abrazos, lágrimas y risas para guardar toda la vida.

En ese aspecto tengo mucha suerte, porque la infancia me devuelve mis libros como una experiencia íntima y amplificada, que los multiplica por el infinito. Eso es lo que más me gusta: compartirlos.

¿Qué sentimiento te genera que tu obra ha sido traducida a múltiples lenguas?

Asombro.

Traduttore, traditore. ¿Qué se pierde, qué se gana en el proceso de traducción?

Un buen traductor es un creador. Un buen traductor de poesía ha de ser, a la fuerza, poeta.

A partir de ahí se puede perder o ganar todo. Tenemos maravillosos traductores, pero están muy poco valorados. Yo les pondría un altar.

Recientemente has sido premiada con el Pequeño Cervantes. ¿Cómo te sientes?

Feliz y agradecida. Ha sido un regalo. Pero también da cuenta, por desgracia, de cómo de minusvalorada está la LIJ. El Cervantes Chico no tiene ninguna dotación económica, más allá del reconocimiento. Es un tema al que le estoy dando vueltas últimamente. Lo agradezco mucho y ha sido una locura maravillosa de felicitaciones, pero es curioso que todos los grandes premios de la Literatura tengan dotación, pero los de LIJ o menos o nada, para reflexionar.

¿Cómo te ves pasado mañana, y el otro, y el otro y el otro?

Casi de vacaciones: ¡viva! Jaja

Y, además de eso, a la larga: Escribiendo, leyendo, pensando, mediando, formando mediadores y compartiendo con la infancia.

Es bonito cuando tu vida coincide exactamente con aquello que quieres hacer.

Roser Ros y Vilanova. Narradora, escritora, poeta, doctora en Pedagogía (UB) con la tesis “Los cuentos de animales: el caso del ciclo del zorro y el lobo” (Premio Flos y Calca