Ana Cristina Herreros: El cuestionario
Roser Ros y Rubén Martínez
La narración oral es una acción hecha de verbo, cuerpo y sonido, cuyo principal objetivo es alcanzar a comunicarse con el/los oyentes de forma artística; su carácter performativo la hace difícilmente repetible, pues depende del tiempo, el espacio, el estado del público y el del narrador.
A pesar de todo, la narración oral se sustenta sobre algunos pilares que garantizan la presencia de elementos que caracterizan este acto artístico y lo diferencian de otros lenguajes expresivos.
La palabra, el sonido, el cuerpo (elementos ya enunciados) y el deseo de transmitir un argumento, cuyo mensaje impacta cuanto más personal es la forma de hacerlo.
En el panorama actual hay narradores que practican su lenguaje artístico usando distintas formas de expresión.

¿Cómo te hiciste narrador/a oral? ¿Cómo te hiciste animadora?
En el año 1992 estaba haciendo una tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid sobre “Neopopulismo en la lírica del siglo XX”, investigaba en los autores de comienzos de este siglo que descubrieron de la mano del Romanticismo esa cosa que es el “pueblo” y comenzaron a escribir poemas a la manera popular, oral. En ese momento, en el festival de Otoño de teatro vi anunciado un espectáculo de narración oral escénica y, como mi tema era la oralidad en la lírica, fui a ver qué era aquello de la oralidad escénica. Y vi dos narradores en un escenario que con su sola presencia y su sola voz conseguían poblar de personajes e historias aquel escenario vacío de escenografías y de actores. Y fue tan poderosa la experiencia con aquella oralidad que comencé a formarme en técnicas escénicas: narración oral, voz, clown, expresión corporal, todo ello buscando mi voz y mi ser escénico. Luego comencé a contar en los cafés con adultos, a la manera de los hakavatis sirios, y las tablas y las ganas hicieron el resto. Un día me vi contando con niños y otro con bebés, y hasta con niños dentro de las tripas de sus madres he contado…
Y un día me propusieron dar clases en la Escuela de animación y tiempo libre de la Comunidad de Madrid, y tenía la teoría, pero no la práctica, así que acepté un trabajo como animadora para una editorial para poder hablar de aquello con conocimiento del medio. Y así fue como me hice narradora y cómo hice mis escarceos en el mundo de la animación. Si bien breves, porque el interés por la animación de las editoriales no es porque los niños lean sino por vender libros, que no es lo mismo. Las actividades de animación son un mero regalo a los que han prescrito en su aula determinado título. Y no animan a nada porque el libro ya se ha comprado y leído.
¿Cuáles son tus referentes en ambas artes?
En el mundo de la narración, mis referentes son los narradores orales no escénicos, la gente que cuenta, aunque no tenga voz, y la que calla porque ha sido silenciada. Me nutro de sus palabras y de sus silencios.
En el mundo de la animación me encanta sobre todo Víctor Moreno, y todos los que plantean la animación como un juego antes de la lectura, que tiene como fin estimular el interés de alguien por abrir un libro y sumergirse en él. Y que no animan determinado título sino que ofrecen un abanico de posibilidades en el que sea posible elegir, condición imprescindible para que el hecho lector forme lectores de verdad, de los que leen por placer, de los que se pierden tanto en un libro que se pasan de parada en el bus.
¿Qué relación encuentras entre la animación y la narración oral? ¿Qué aportan la una a la otra, y viceversa?
El fin de toda actividad artística es la propia actividad. El fin de la narración oral es la narración oral, no animar a leer. Pero es cierto que la gente que gusta de una historia la busca en cualquier soporte: la voz y el libro. Y también es cierto que quien aprende a escuchar, también encuentra el tiempo para leer, que es otra forma de escuchar.
¿Qué buscas al «unir» ambas artes? ¿Buscas algo?
No suelo unir narración oral y animación a la lectura. Quizá lo único que las une es el juego. Cuando cuento, pongo en juego un imaginario, una mirada, que busca quedarse en la mirada y el imaginario del otro. Y cuando hago alguna actividad de animación, juego con el posible lector de forma que acabe seducido por el libro, por los libros. Sí, quizá la seducción sea, junto con el juego, algo que tienen en común ambas artes.
¿Cuáles son las líneas rojas de esta búsqueda? ¿Cómo consigues el equilibrio entre ambas artes?
Para mí el equilibrio en lo que hago tiene que ver con la coherencia: nunca cuento nada que no me haya tocado a mí primero y nunca animo a nadie a leer algo que a mí no me haya encantado. No busco el aplauso ni el incremento en las ventas del autor premiado.
¿A qué tipo de formación te has sometido para alcanzar la maestría que se te reconoce en ambos ámbitos?
Soy casi doctora en lengua y literatura española e hispanoamericana. Hice la tesis sobre el romance de La doncella guerrera (abandoné mi primera tesis sobre el neopopulismo por la narración oral por la narración oral) en la fundación Menéndez Pidal con mi director: Diego Catalán. No la leí porque se murió Diego y porque nunca me interesó el mundo académico.
Luego me formé en disciplinas escénicas: narración oral, crítica de repertorio, voz, expresión corporal, clown, y hace poco hice un taller sobre teatro gestual.
En animación soy autodidacta, aunque he leído mucho sobre el tema pero no he asistido a un curso o taller sobre animación. He aprendido mucho también con mis alumnos del curso de animación a la lectura de la Escuela de animación y tiempo libre de la Comunidad de Madrid
¿Cómo definirías el tipo de oyente que acude a tus performances?
Es gente que busca que una historia los toque, que busca un acto único e irrepetible en el que él espectador no sea una pared sino un interlocutor en un acto comunicativo, en el que sea alguien capaz de participar activamente en el hecho performativo.
¿Qué te queda por estudiar en este camino de «fusión»?
Me queda, sobre todo, mucho que vivir… y mucho que contar.

Roser Ros
Roser Ros y Vilanova. Narradora, escritora, poeta, doctora en Pedagogía (UB) con la tesis “Los cuentos de animales: el caso del ciclo del zorro y el lobo” (Premio Flos y Calca
Rubén Martínez Santana
Cuentacuentos desde 1984, fue pionero en la fundación del movimiento de narración oral en Venezuela, del movimiento de narradores orales en Chile (1993-1994) y del movimiento de