FERNANDO VALVERDE
ENTREVISTA A FERNANDO VALVERDE, DEL CLUB KIRIKO
Durante la edición del Flic Festival que tuvo lugar en Madrid los primeros días del mes de marzo, Ana García- Castellano y yo misma aprovechamos para entrevistar a Fernando Valverde, uno de los fundadores del Club Kirico y actualmente coordinando Kirico Madrid como Secretario del Gremio. Era nuestro objetivo dar a conocer mejor a los lectores de la revista Tantágora qué es esta agrupación de librerías sitas en el territorio español y que de tiempo ha están comprometidas en la mejora de la mediación literaria con un doble propósito: proporcionar buena literatura y conocimiento a sus clientes y, al mismo tiempo mantener un negocio basado en los libros y la lectura. Y hablando con él, nos queda claro una vez más que toda buena librería, todo buen librero se valoran tanto por la calidad de su producto (el libro) como por su buen hacer al aconsejar lecturas, procedentes, por supuesto, de sellos editoriales escogidos con el rigor que es de esperar de un buen profesional que, sin embargo, debe mantener un negocio.
¿Qué es el Club Kiriko?
El club Kiriko que agrupa 96 librería en España, surge después del Congreso de Libreros de Oviedo por iniciativa de una librería de Sevilla. Sus miembros pagan una cuota de 90 euros al año, una cantidad que parece asumible para este tipo de negocio.
¿Qué representa para una librería ingresar en el Club Kiriko?
En el momento que Kirico nació supuso un gran impulso para todas las librerías. Saber que era posible poner en común el trabajo siempre solitario de cada librero en su ciudad, y darle una dimensión colectiva, que además de hacerlo visible permitiera abordar cosas de mayor entidad.
Fue importante poner en común el trabajo que cada uno hacía y buscar caminos nuevos para llegar a los primeros lectores y a sus familias.
En estos momentos me parece que la idea de “lo colectivo” sigue siendo un valor, pero Kirico necesita repensarse y formular sus objetivos para este nuevo tiempo.
¿Por qué el nombre de Kiriko?
Dimos muchas vueltas a la cuestión hasta que pensamos en los cuentos de tradición oral recopilados o versionados por Antonio Rodríguez Almodóvar y apareció el nombre de Kiriko que nos pareció que sonaba bien.
¿Cómo empezó todo?
En el año 2002, una comunicación realizada en un encuentro en la sede de la FGSR (siglas de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez) de Salamanca se habló de la dinamización de las librerías. De ahí surgió un grupo que ya nos veíamos con anterioridad en los cursos que programaba CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros), formado por unos 15 o 20 libreros que queríamos conocernos, compartir lo que sabíamos o lo que no sabíamos y, además, aspirábamos a formarnos. El equipo de profesionales de la Fundación nunca había trabajado con libreros, y se encontraron con gentes, los libreros y libreras, que sabían mucho sobre álbum ilustrado y literatura para niños y jóvenes, algo que les permitió revisar los clisés con los que solían trabajar hasta el momento.
¿Qué continuación tuvo esta acción?
De este primer encuentro salió un grupo que persigue dos cosas: una, seguir formándose, un tema que siempre ha sido muy importante para el club Kiriko, realizando encuentros con profesionales que nos ayuden a saber más sobre los distintos géneros literarios, principalmente sobre el álbum ilustrado, pero también otras temáticas, y cómo influye “lo digital” en la lectura. Además, realizamos acciones concretas, como hacerse presentes a través de una web, recomendando lecturas, elaborando pequeñas guías.
Nuestro objetivo primordial era y es juntarse para repensarse. Y en los primeros años este modelo funcionó muy bien, conseguimos llegar a 80 o 90 librerías, un grupo que se ha mantenido en el tiempo. Hay que tener en cuenta que cuando se creó el Club Kiriko no había librerías infantiles en España (exclusivamente especializadas en LIJ); había librerías con muy buenas secciones de Literatura infantil y juvenil, pero formaban parte de la librería generalista. Las pocas librerías infantiles que había habían cerrado o no respondían al modelo que buscábamos, más profesional. La irrupción de las librerías especializadas provocó la primera crisis en Kirico en el año 2007. Entienden estas nuevas librerías que sus intereses ya no son representados por el Club Kiriko; o al menos no bien representados. En ese tiempo abren bastantes librerías infantiles.
Dado que la librería es un negocio, no debe ser fácil convocar encuentros que agrupen al máximo el sector.
En efecto, sin embargo, finales de septiembre o primeros de octubre son fechas posibles para nosotros. También febrero o marzo.
Has mencionado que el gran objetivo del Club Kiriko es que los libreros miembros se junten para formarse. ¿Cómo se materializa?
El alma de las actividades del Club Kiriko es (fue) sin duda alguna el equipo de A Mano Cultura, una empresa de gestión cultural formada por personas procedentes de la FGSR. Su tarea es primordial para desarrollar los objetivos del Club Kiriko, porque los libreros y las libreras se meten en sus trabajos y por más que quieran no pueden asumir esa labor. Hay que tener en cuenta que, a veces, las librerías asumen tareas más propias de las concejalías de cultura de sus barrios o pueblos. En algunos barrios, la librería es el único punto que aglutina actividades de ese tipo. A menudo, las presentaciones de libros, y otras muchas actividades son posibles porque los autores acuden gratis, porque las editoriales prestan su apoyo, que no así los ayuntamientos…
Familia, escuela, librería, biblioteca, son los espacios que pueden actuar como motores para la mediación literaria, algo que va más allá del libro y su lectura. ¿De qué modo os relacionáis des de la librería con los puntos mencionados?
Varios ejemplos, al comprar un libro, la librería da a la familia, al niño un carnet en el que se le van anotando puntos. Eso genera unas bases de datos que te permiten dirigirte a un público fiel, que sabes interesado de antemano por las acciones, encuentros, fiestas que organizamos y que tienen mucha aceptación. Esto se puso en marcha en los orígenes del Club Kirico, y con mayor o menor intensidad se ha mantenido en muchas librerías, con diferentes modificaciones y adaptando cada librería el modelo a su entorno.
Hay librerías que trabajan también con la biblioteca del barrio en diferentes actividades. Los niños y niñas que empezaron con el club Kirico van creciendo y te encuentras a la vuelta de unos años que las actividades han de cambiar. Hay una realidad, después que le has fidelizado, los lectores crecen y no quieres perderlos; al cumplir los 12 o los 13, ves claramente que le interesan otras cosas y ahí aparece la necesidad de contar con una persona conocedora de esas edades y sus intereses para llevar a cabo, por ejemplo, clubs de lectura, talleres de escritura, etc… Esta actividad se suele realizar en la biblioteca que cede un espacio de su equipamiento y que la librería se encarga de dinamizar y llenar de contenido. Al escoger una lectura, por ejemplo, la biblioteca se ocupa de pedir ejemplares para todos los participantes; eso conlleva, sin embargo, algún que otro problema, pues a veces tenemos que escoger lecturas que las bibliotecas nos puedan ceder, impidiendo, a veces, que se puedan leer libros más actuales.
Las actividades de Kiriko tienen siempre lugar en la librería. Una de las características de nuestras actividades es que se suelen convocar en las mañanas del sábado, o los viernes en la tarde; otras, las dirigidas a los jóvenes las hemos hecho por la tarde. Hemos probado también convocar concursos, premios, etc. Vamos probando…
Y en la actualidad, ¿cómo ves el Club Kiriko?
En cuanto a la formación, uno de los pilares de nuestro colectivo, soy crítico. Me parece que se ha perdido calidad y la falta de formación hace que los objetivos se dispersen. La crisis ha contribuido en gran manera al actual estado de cosas. La vida asociativa, que nunca ha sido muy fuerte en España, se ha debilitado últimamente. La fragilidad de las librerías que abren en la actualidad no permiten que nadie dedique parte de su tiempo a realizar las tareas antes mencionadas. O al menos, el tiempo es más escaso. También está relacionado con el desapego actual hacia el mundo gremial, que es percibido como algo antiguo. Las causas son varias, pero los retos también son muchos y creo que bastantes de ellos han de afrontarse de manera colectiva.
¿Hasta qué punto os hace daño la venta de libros on line?
Amazon, vendiendo libro en papel, que no en digital, está cogiendo una fuerza enorme, y evidentemente, afecta en las ventas en librería, pero de la misma forma a cómo lo hace con los demás sectores (ropa, calzado, electrodoméstico, etc).
Tenemos que hacer un esfuerzo por poner en valor lo local y hacer imprescindibles los espacios de las librerías, su trabajo profesional y sus actividades, frente a las realidades virtuales.
Frente a la abundancia de títulos que se publican ¿de qué manera puede dar abasto el librero a leer todo cuanto se publica y a ejercer su labor de mediación para aconsejar la buena literatura, el mejor libro o el más adecuado a su clientela?
Pues este es un verdadero problema. Conozco muchas librerías, entro en muchísimas y tengo que admitir que la selección de muchas de ellas me parece muy decepcionante, algo que se evidencia especialmente en el segmento infantil de muchas librerías generalistas. Yo suelo comentar con muchos compañeros que dado los pocos libros que vendemos (la proporción de ventas en librerías es muy pequeña) hay que procurar que los que se vendan sean buenos, tengan calidad… Al final, la pregunta que debemos hacernos es “quien manda aquí, ¿el librero o el mercado?”. La adquisición de criterios de calidad sólo puede se adquiere con una buena formación. Y ese es un debate importante que se da en el seno del Club Kiriko. No basta con compartir experiencias, hace falta algo más. La falta de criterio empobrece la calidad de la selección que se expone al público lector y comprador.
¿Qué hay sobre la colaboración entre librer@s y bibliotecari@s?
Es un tipo de colaboración muy necesaria, pero yo la calificaría de muy pobre. Funciona cuando da la casualidad que ambos profesionales se sienten cercanos. Son profesiones que adolecen de unas dinámicas bien distintas: el sueldo a fin de mes de librer@s depende de la buena marcha de las ventas, el sueldo de bibliotecar@s depende de otros factores. Encontrar las formas de colaboración no es tarea fácil y los resultados tardan en verse. Y, a pesar de esas diferencias, sabemos de primera mano que muchas bibliotecas agradecen los buenos servicios de las librerías a la hora de serviles los pedidos que les cursan.
A lo largo de la conversación, Fernando insiste una y otra vez sobre el tema de la formación del librero.
Me da la impresión que en la actualidad acaba primando el criterio comercial más que otra cosa. Y eso se ve a las claras, pues un librero se expone según lo que elige. El escaparate de la tienda y el material que se muestra en él es una forma de exposición exterior que cuenta mucho sobre los criterios selectivos de una librería.
Con su criterio selectivo, cada librer@ configura el carácter de su librería. Lo deseable es que cada librería se muestre al comprador de forma distinta, con su propia elección, surgida de la calidad de sus gustos literarios pensando, eso sí, en los lectores, en sus intereses.
La mejor arma de que dispone el librero es recomendar buena literatura. El comprador no tan solo lo agradece si no que muchas veces regresa a ti debido a la buena literatura que le ayudaste a descubrir. Y esto se nota especialmente con el público infantil.
El Club Kiriko está en la vía de la reflexión, para mejorar, para superar la crisis actual, crisis ideológica quizás. Hay que renovarse.
Háblanos del Congreso de libreros que se celebrará en la primera semana de marzo en Sevilla
Este Congreso llega después de un paréntesis de siete años. Hasta 2011 se celebraban de manera regular cada dos años, pero la crisis ha impedido su celebración hasta ahora. Después de tanto tiempo la expectación es grande, la asistencia será muy numerosa y los temas a tratar abarcan todo el catálogo de temas que gravitan sobre el futuro del sector y de manera especial sobre la librería. Los temas tecnológicos tendrán un hueco importante en los debates; las formas de colaboración con distribuidores y editores; el papel que las administraciones han de jugar en la consideración de las librerías como agentes dinamizadores de las políticas lectoras, etc.
Además, los Congresos sirven para encontrase, forjar planes conjuntos, también ara hablas de los proyectos, que como Kirico necesitan de una profunda reflexión. Yo creo que el Congreso significará un impulso para seguir trabajando con más ilusión.
Ana y yo nos quedamos con las ganas de saber más acerca del Congreso de Sevilla, que a buen seguro será de gran interés para los asistentes. Quizás haya más ocasiones para entablar nuevas conversaciones acerca de la mediación literaria y las librerías. De todos modos, nos quedamos con la idea que ha remarcado Fernando a lo largo de la charla: es necesaria la formación continuada para que los libreros puedan desarrollar más y mejor su profesión.